África está unida. África está en pie. Este 25 de Mayo no es un Día de África como todos. Mientras en multitud de latitudes este día se ha despojado de cualquier atisbo de reivindicación política, celebrando fiestas con “color africano” o aprovechando para conocer algún aspecto de la “desconocida África”, los pueblos de la región subsahariana han decidido volver a darle un significado de emancipación. Hoy, 25 de Mayo de 2017, los pueblos africanos se levantaran unidos y gritarán que ya es suficiente.
En Agosto de 2016, casi 300 personas llegadas de 44 países subsaharianos, se reunieron en Arusha, al norte de Tanzania, y fundaron el “African Rising for Justice, Peace and Dignity”, conocido popularmente como “African Rising”. Se trata de un movimiento popular que bebe de la infinidad de protestas sociales que, a nivel local y nacional, han vivido casi todos los países africanos desde 2011. Que un continente como África, independizado a base de movilizaciones políticas y sociales, de protestas y huelgas contra los poderes coloniales, estuviera tranquilo y centrado en el crecimiento económico durante la ola de contestación social global iniciada en 2011 no era lo que se esperaba. La versión oficial de aquellos de inicio de la crisis económica y de legitimidad del sistema global, es que África Subsahariana estaba viviendo una etapa de estabilidad política y crecimiento económico como nunca antes había vivido. Las cifras oficiales así lo corroboraban, pero la realidad era mucho más compleja, y la versión oficial distaba con mucho de representar a los pueblos de la región. Más de 60 “primaveras africanas” sólo entre 2011 y 2014, repartidas entre 33 de los 47 países subsaharianos, ya lo explicamos en Africaye, tuvieron lugar en aquella época.
El Kilimanjaro marca el inicio
Tras esa sucesión de protestas, algunas finalizadas con éxito como Senegal y Burkina, y otras con rotundo fracaso, como Burundi, surgió el reto de coordinarse. Un nuevo panafricanismo estaba surgiendo. Y en él, las redes sociales y las TIC tenían mucho que ver. Fue así como surgió el grupo Afriactivistes, como germen de la coordinación de estas actuaciones. Poco a poco, los africanos y las africanas han hecho pasos para darse cuenta de no estaban solos en su indignación y protesta, en su voluntad de exigir más y mejor democracia. Y, en este proceso, las redes sociales han actuado de espacios virtuales en los que los unos se convierten en muchos, en mareas imparables de protesta y dignidad.
En Arusha, por tanto, el objetivo era reconocerse, observar que los problemas de los africanos y africanas pueden tener un aspecto local y particular, enraizado en las políticas de cada Estado o de cada región, pero con unas reivindicaciones que trascienden las fronteras. Faltaba, por tanto, definir el programa de acción común.
La Declaración de Kilimanjaro fue el resultado final de la reunión del verano pasado. Basada en tres puntos básicos, el derecho a la paz, la inclusión social y la prosperidad compartida, la declaración daba el punto de salida para una campaña local, nacional, continental y global. Los objetivos son el incremento del espacio de acción cívico y político, la lucha por los derechos de las mujeres, la buena gobernabilidad o lucha contra la corrupción, la exigencia de una justicia ambiental y climática y la lucha por el derecho a la igualdad y la dignidad. Y fijaba un día para iniciar la lucha: el 25 de Mayo de 2017, hoy.
Denominado como el “African Liberation Day”, durante todo el día se celebrarán actos de reivindicación y difusión de la Declaración de Kilimanjaro por más de 40 países subsaharianos. Los actos son organizados por multitud de colectivos organizadores, como entidades formalmente constituidas, movimientos sociales, comunidades o grupos de ciudadanos. Se tratará de lecturas públicas de la Declaración, donde se pide que todos los asistentes vistan de color rojo, como símbolo de la sangre derramada por la lucha de los pueblos africanos. El movimiento sólo se marca un límite: la no violencia.
Un continente para una sola protesta
Este programa de actuación surgido de la Declaración de Kilimanjaro afronta diversos retos. El principal consiste en la descentralización de la acción política, pero hay otros aspectos como la baja concreción del programa político o el riesgo a que ésta se vea difuminada en contextos políticos y sociales tan diferentes entre países y regiones: es fácil enarbolar la bandera de determinados derechos en sentido abstracto, pero la lucha por su conquista pone en cuestión diversas estructuras sociales, políticas y económicas para las que unas sociedades pueden estar muy dispuestas, pero que otras pueden no querer tocar.
Es evidente que en su inconcreción está su victoria. La Declaración de Kilimanjaro tiene la paradoja de que, al ser tan genérica, podría ser firmada por la mayoría de los donantes internacionales que, con sus acciones de nocooperación, conspiran para evitar la emancipación de los pueblos africanos que la han redactado. Tras ella no parece haber una propuesta concreta de organización social o de lucha, ni si quiera se señala a ningún culpable.
Otro reto que afronta esta movilización consiste en el día después. ¿Qué pasará mañana 26 de Mayo? ¿Hacia dónde se dirigirá esta reivindicación de carácter tan simbólico? Muchos gobiernos africanos no están preparados ni para consentir estas protestas tan simbólicas, pero otros muchos serán capaces de absorberlas sin apenas realizar un gesto con la cara. El Africa Rising puede estar levantando unas expectativas de cambio para las que no está preparado. Aunque, en cualquier caso, generar la ilusión colectiva por el cambio posible, nunca es reprochable.
Con todo, lo que durante el día de hoy acontecerá en multitud de países subsaharianos no será insignificante. Podemos imaginar cómo de importante hubiera sido para nuestras sociedades acomodadas del norte que las plazas de España, las de Grecia, las que el año pasado se levantaron en Francia y las que con el tiempo fueron brutalmente reprimidas en Turquía, se hubieran encontrado y coordinado en sus acciones. Aunque de ellas sólo hubiera resultado una movilización simbólica y la lectura de un manifiesto, habría sido un importante paso para la indignación europea.
Pues esto está ocurriendo aquí y ahora en África Subsahariana. La lucha por la emancipación de africanos y africanas, ni comenzó con los acontecimientos de Túnez en 2011, ni acabará con la lectura de la Declaración de Kilimanjaro de hoy. Vienen de lejos, porque van más allá.
Foto de portada: web Africans Rising