A principios de marzo, las autoridades de la República Democrática del Congo (RDC) anunciaron que el último paciente con ébola había sido dado de alta de un centro de tratamiento. El país ha sufrido un brote de ébola desde agosto de 2018. Más de 3.300 casos confirmados y 2.264 personas fallecidas. El último caso se registró el 17 de febrero. Ahora arranca la cuenta atrás para declarar el final del segundo mayor brote de ébola del mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha puesto una fecha límite de 42 días. Ina Skosana habló con Yap Boum sobre los últimos avances.
El último paciente tratado de ébola en la RDC ha recibido el alta. ¿Qué significa esto para el brote?
Lo primero es que supone la prueba de todo el trabajo realizado por quienes están en el terreno así como por quienes están a distancia. Esto incluye desde el trato a los pacientes hasta la captación de fondos, pasando por el compromiso de las comunidades y la toma de muestras. Esto evidencia que la colaboración y la coordinación son la única forma de manejar un problema tan complejo como es un brote de ébola.
Para RDC significa que podemos iniciar la cuenta atrás de 42 días (dos fases de la incubación del virus) para declarar al país libre de ébola. Durante este tiempo, el compromiso de la comunidad y el seguimiento de los contactos continuarán para asegurar que ningún caso quede atrás. Los centros de tratamiento permanecerán abiertos pero, poco a poco, irán disminuyendo sus plantillas conforme evolucione el brote.
Habrá equipos para administrar vacunas si fuera necesario. Esto es porque la vacuna rVSV-ZEBOV, de la farmacéutica Merck, solo se administra a quienes están en contacto con alguien que ha sido diagnosticado. Asimismo, hay un estudio de seguimiento de otra vacuna, la de Janssen, que se mantendrá hasta que los participantes hayan completado el protocolo, incluyendo la segunda dosis de la vacuna.
Este brote ha durado 19 meses. ¿Cuál fue el punto de inflexión?
En mi opinión, el momento decisivo fue el cambio en el liderazgo de la gestión de la respuesta al brote. Después de las elecciones de 2018, se produjo un cambio de gobierno, con el presidente Félix Tshisekedi al frente. En julio de 2019, el presidente nombró al profesor Jean-Jacques Muyembe presidente de la respuesta, lo que supuso el cese del ministro de Sanidad, el doctor Oly Ilunga Kalenga.
Estos cambios conllevaron un acercamiento nuevo y más inclusivo de la gestión de la crisis. Como resultado, las comunidades se comprometieron e involucraron más. Las poblaciones de las zonas afectadas se implicaron en la gestión de una enfermedad que les estaba afectando.
Sinceramente, todavía no sabemos cuál ha sido el ingrediente secreto. Pero, ahora que declaramos el país libre de ébola, esperamos que el profesor Muyembe nos cuente más. Imaginamos que su dilatada experiencia con la enfermedad y su gestión han jugado un papel crucial a la hora de coordinar a todas las personas implicadas en la respuesta. Una tarea nada sencilla, te lo digo yo.
Pero ha habido otros factores que han contribuido. El impresionante involucramiento de la OMS a través de sus equipos en el terreno y de su director general, el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, y el doctor Michel Yao, que estaba al cargo en la RDC.
Además, socios como Médicos Sin Fronteras, Alima y otros, desempeñando los roles que les había asignado el equipo de coordinación.
Un gran avance fue la decisión de la OMS de declarar el brote una emergencia de salud pública de interés internacional en julio de 2019. Debo recalcar que esto no fue una solución milagrosa. La aparición de una enfermedad mortal en una zona de conflicto – y entonces en una gran ciudad – no puede solucionarse con una respuesta técnica, ni con más fondos. Pero la decisión dio al ministerio de Sanidad más flexibilidad para asegurar que los equipos de respuesta llegaran incluso a las zonas más remotas. La decisión tuvo un efecto crítico en la respuesta. Alentó que se pudiera llegar a una nueva fase del brote, preparando el camino para el momento al que ahora hemos llegado.
También es importante decir que era improbable que el brote durara para siempre. Personas y comunidades eran cada vez más conscientes de las precauciones necesarias para prevenir y abordar el ébola. Asumieron que algunos pasos eran clave para detener el brote: tomarse la temperatura corporal, lavarse las manos y realizar entierros seguros.
Pero tendremos que esperar 42 días y permanecer vigilantes antes de poder celebrar.
¿Cuáles son los avances clave para salir de esta situación?
La lección más importante es que no resolvemos un problema difícil con soluciones técnicas. Dar una respuesta al ébola requiere de un compromiso político y comunitario – internacionalmente, en el más alto nivel del país y localmente.
La capacidad de escuchar a todos los socios, de negociar según los intereses y, finalmente, de tomar decisiones ha contribuido a detener el brote en RDC.
Todo empieza y acaba con liderazgo.
Más allá de parar el brote conviene subrayar que el ébola ahora es una enfermedad que se puede prevenir y curar. Tenemos una vacuna (la rVSV) que ha resultado eficiente ante un gran brote. Otra está siendo probada con los fármacos Mab 114 y Regeneron.
El desarrollo de medicamentos y vacunas es la mayor prueba del impacto crucial que la investigación puede tener para mejorar la salud y salvar vidas.
Artículo original de Yap Boum (Mbarara University of Science and Technology) publicado en The Conversation
Traducción: Africaye
Foto de portada: World Bank Photo Collection