Los movimientos que no dejan la calle por el poder

“Integrar el sistema no es la solución, portque el mismo sistema es el problema”. Así de categórico se expresa Fred Bauma, uno de los fundadores del movimiento congolés Lucha -acrónimo de Lutte pour le Changement, lucha por el cambio-, que se enfrentó a una pequeña crisis a principios de año como consecuencia del resultado de las anheladas elecciones presidenciales. Lucha había sido uno de los movimientos más coherentes en la contestación al presidente Joseph Kabila. El precio a pagar por esta coherencia fue muy alto, en tiempo de prisión y sangre. Cuando se conocieron los resultados de las presidenciales, el movimiento sufrió un pequeño terremoto, ya que algunos de sus miembros aceptaron cargos institucionales. Lucha es uno de los pilares de un nuevo fenómeno en las sociedades civiles africanas: los movimientos sociales que trabajan para cambiar la política pero que no aspiran a acceder a las instituciones. Y’en a Marre en Senegal o Balai Citoyen en Burkina Faso ya han defendido esta postura.

Foto: Thiat, activista de Y’en a Marre en una intervención en Alemania

En el caso de la República Democrática del Congo (RDC) han tenido que hacer frente a una delicada resistencia al régimen de Kabila, sobre todo desde el año 2015. La confrontación fue especialmente dura cuando el mandato del presidente expiró en diciembre de 2016 pero se negó a convocar elecciones. Lucha fuer el ariete de una corriente de la sociedad civil que exigió, hasta el último momento, la celebración de unas elecciones creíbles, transparentes, con garantías y, sobre todo, sin la participación de Kabila. “Para nosotros, las elecciones han sido una farsa, han estado completamente manipuladas. Mantendremos siempre que las elecciones, tal y como están organizadas, no han sido creíbles. Pero ahora estamos en otra etapa, la de conminar al gobierno a aprobar medidas que solucionen los problemas de los congoleños”, asegura el histórico militante Fred Bauma.

El nuevo presidente congoleño después de las elecciones de septiembre de 2018, Félix Tshisekedi, quiso acercarse a esta fuerza social ofreciendo cargos a algunos militantes. El mismo Bauma establece algunos matices para así preservar la cohesión del movimiento, que ha sobrevivido a una dura represión: “No fue exactamente una crisis, sino divergencias respecto a la posición que teníamos que tomar después de las elecciones. Y las solucionamos según nuestros principios, discutiendo, discutiendo mucho y haciendo muchas consoltas sobre los principios y sobre cómo nuestros principios se tenían que aplicar a la nueva solución. En todo caso, las divergencias no afectaban a todo el movimiento, sólo a algunos militantes ubicados en regiones concretas”, precisa Bauma.

Cargos a título individual

Bienvenu Matumo, otro de los militantes más populares del movimiento congoleño, explica las “divergencias” en clave de intereses personales: “Algunos de nuestros miembros han considerado necesario entrar en las instituciones y nosotros les hemos pedido que dejen el movimiento. Así que, finalmente, ellos han aceptado tomar posesión de los cargos pero como ciudadanos, no como miembros de Lucha”. El lanzamiento de esta tentación para atraer al activismo hacia órganos de gobierno regional, por ejemplo en la zona de Kasai, provocó un intercambio de opiniones y, en determinados casos, de reproches y acusaciones, hasta que el movimiento estableció su posición final.

La explicación de Matumo remite a estos principios de los que hablaba Bauma y que están en la base del compromiso de una militancia que frecuentemente ha estado dispuesta a poner en riesgo sus vidas. “Lucha no ha querido entrar en las instituciones”, relata Matumo, “porque es un movimiento que trabaja en la vela de la conciencia colectiva y ciudadana. El cambio, tal y como lo concibe y propone Lucha, es un proceso profundo que no se para en una simple alternancia del poder. Lucha no tiene vocación de entrar al gobierno, sino de continuar al lado de la ciudadanía para sensibilizar y defender los intereses del pueblo”.

La decisión de propiciar un cambio profundo del sistema político desde la sociedad civil sin entrar en unas institucuoines que han ido perdiendo legitimidad no es, ni mucho menos, patrimonuio de Lucha. De hecho, esta concepción de una nueva participación política y socal es uno de los rasgos que une al movimiento congoleño con otros que se han consolidado en diferentes países africanos.

En el caso de Senegal, el año 2011 el movimiento Y’en a Marre se puso al frente de la protesta de la sociedad civil para impedir que el presidente del país en aquel momento, Abdoulaye Wade, modificara la Constitución para perpetuarse en el poder. El año siguiente aglutinó las manifestaciones de oposición a la candidatura del mismo Wade, que perdió finalmente las elecciones. Desde enteonces, Y’en a Marre son un referente de una construcción social que está encorsetada por las convenciones institucionales y que desarrolla una nueva forma de participación.

En Burkina Faso, por su parte, durante 2014 Balai Citoyen fue la vanguardia de una contestación desencadenada por la voluntad del presidente Blaise Campaoré de alargar sus 27 años en el poder, y que finalizó con la huida precipitada del dictador. Menos de un año después el movimiento social llamó a la resistencia ciudadana contra un intento de Golpe de Estado militar que pretendía torpedear la transición democrática.

Al margen de las instituciones

El rapero senegalés Thiat, miembro del dúo Keur Gui y una de las caras más populares de Y’en a Marre, explica cómo el  movimiento se ve a sí mismo en relación a las instituciones: “Entre la revolución y la gestión del poder hay una etapa de construcción y de proposición”. Los miembros de Y’en a Marre también fueron tentados el 2012, cuando Macky Sall substituyó a Wade, pero la militancia escogió continuar al margen de las instituciones. Thiat desvela que esta decisión responde a la voluntad de consolidar la transformación social. “Si miramos el pasado, todas las luchas –incluidas las Primaveras Árabes, por ejemplo- que han dejado las calles por el poder, se han perdido. Podemos, en España, dejó las calles por el poder, y han estado fagocitados, se han convertido en otra cosa. Se tiene que tener la valentía de decir “ya no soy un movimiento ciudadano, ya no soy de la sociedad civil, ahora soy un político! Nosotros hemos decidido continuar siendo sociedad civil, continuar siendo un movimiento ciudadano”. .

Estas posiciones no siempre han sido bien aceptadas y los movimientos que se inscriben dentro de este fenómeno han tenido que escuchar unas críticas que les reprochaban no tener voluntad de tomar la responsabilidad y construir, desde las instituciones, después de haber sido responsables de cambios importantes. En general, el argumentario de estos movimientos demuestra que su concepción es diferente.

Para Balai Citoyen ha habido un grito recurrente en sus movilizaciones, las que hicieron caer un dictador o las que pusieron el cuerpo ante el ejército para defender la democracia: «Somos los centinelas». «Nosotros también somos un movimiento político», recuerda Smockey, el rapero burkinés que es uno de los líderes de Balai Citoyen, «pero la diferencia entre los partidos políticos y nosotros es que ellos buscan conquistar el poder y nosotros conducir la acción ciudadana». «Nuestro objetivo es poder cambiar los viejos cocodrilos políticos sin mezclarnos con ellos. Aún no tenemos la fórmula ideal para hacerlo, pero lo que sabemos es que queremos trabajar la reflexión de la oferta política con la sociedad, es decir, suscitar la creación de una nueva oferta política sin tener que crear una nosotros mismos. Nuestro papel es algo así como el guardián de la casa, que debe garantizar su seguridad sin entrar en ella», sentencia Smockey.

 

Este artículo fue originalmente publicado en el suplemento en papel de La Directa dedicado a la Mostra de Cinema Africà del Cine Baix (Sant Feliu de Llobregat), y en la propia web de La Directa, con el título de Els moviments que no deixen el carrer pel poder.

(Pamplona, 1978) Soy licenciado en periodismo y descubrí África como simple viajero movido por la curiosidad del desconocimiento. A medida que me adentraba en las realidades del continente me pudieron las ganas de conocer más y de contar sus historias, muy diferentes a las que había imaginado. Estudié un máster en Culturas y Desarrollo en África y, desde entonces, he hecho lo posible por abordar el relato sobre el continente desde todas las perspectivas que se me han ocurrido. Como comunicador para organizaciones sociales; como periodista, colaboro con diferentes medios, sobre todo, contando historias sobre el uso de las TIC para la transformación social en África; y como investigador social. Además un día compartí el sueño de crear una plataforma para difundir las culturas africanas y junto a otras compañeras y compañeros creamos Wiriko. Tengo claro que la imagen que tenemos de África no es completa y quiero ayudar a mostrar otras realidades.

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