Antes de que el Estado nigeriano anunciara el viernes 4 de Junio que prohibía las actividades de Twitter, era común entre los internautas nigerianos desencantados por las condiciones económicas del país hablar de migrar a otros países del Norte global. Canadá se convirtió en el más mitificado de estos lugares occidentales en los discursos de Internet, convirtiéndose en el tema de muchas publicaciones de memes y cómics en las redes sociales. Era evidente que para la población nigeriana, en su mayoría de clase media y conectada a las redes, existe una realidad material que les hace disponer de unos medios limitados para salir del país Esto provoca que alcanzar Canadá u otros posibles destinos fuera siempre un sueño aplazado. Hasta que Nigeria decidió prohibir Twitter de forma indefinida.
Con la eliminación de la cuenta de Donald Trump en la memoria, la prohibición se produjo después de que Twitter borrara un tuit de la cuenta del presidente nigeriano, Muhammadu Buhari, por considerar que había violado sus reglas. En la declaración oficial de prohibición de la empresa, publicada mediante Twitter, el gobierno de Nigeria señaló «el uso persistente de la plataforma para actividades que son capaces de socavar la existencia corporativa de Nigeria». Twitter, en palabras del Ministro de Información del país, es esencialmente «la plataforma elegida para desestabilizar a los nigerianos», en referencia a la política separatista de Biafra. El argumento del «uso persistente» se convirtió en una razón para la violación de la libertad de expresión online de muchos nigerianos, un efecto que también llevó a la UE, los EE.UU. y Canadá a expresar sus preocupaciones sobre la decisión.
Dicho esto, las redes privadas virtuales, o VPN, han ayudado a muchos usuarios de Twitter a eludir lo que el gobierno denominó más tarde como una suspensión «temporal» del gigante tecnológico. Esto destaca las dimensiones políticas y el potencial de las tecnologías digitales, especialmente en un contexto nigeriano con algunos de los usuarios de redes sociales más activos en África. La tecnopolítica de la VPN significa que los activistas y otros cibernautas que expresan sus puntos de vista en Twitter, Facebook y otras plataformas públicas pueden ocultar sus direcciones IP, que de otro modo revelarían sus ubicaciones, detrás de las de sus servidores VPN. Mientras tanto, los proveedores de servicios de Internet no pueden saber las actividades y ubicaciones reales de estos usuarios. Si bien las VPN ofrecen soluciones inmediatas en una Internet regulada por el gobierno, también hacen posible los sueños de viajar para muchos inmigrantes potenciales. A medida que las personas físicamente presentes en Nigeria comparten con entusiasmo tweets aparentemente de Canadá, Alemania y otras partes del mundo, finalmente pueden hacer realidad sus sueños de dejar Nigeria atrás. Al menos metafóricamente.
Una VPN para la resistencia diaria
Pero dejando de lado las metáforas, la política de resistencia de la VPN tiene consecuencias en el mundo real. El gobierno nigeriano amenaza con perseguir a los sujetos digitales que eluden la censura y las redes de Internet controladas por el gobierno, recordando sus esfuerzos anteriores para intentar limitar la supuesta propagación de información errónea (fake news) online. Si bien las noticias falsas y la desinformación abundan en Nigeria, como en otros lugares, esta razón específica es en realidad una fachada ideológica del deseo perenne y compulsivo del gobierno de regular las redes sociales de manera más general. No importa que la administración de Buhari sea conocida por lo que muchos consideran como su brazo de propaganda digital, el Buhari Media Center (BMC), que se encarga específicamente de difundir desinformación en línea.
El control de las redes sociales es la razón por la que el Gobierno de Nigeria se acercó a la Administración del Ciberespacio del gobierno de China con vistas a dialogar sobre un plan para construir un firewall (cortafuegos) de Internet en el país. Al igual que el popular Gran Cortafuegos de China, una Internet nigeriana separada le daría al gobierno un control ilimitado sobre las plataformas de redes sociales, pero hay implicaciones aún más inquietantes. La alianza con China hace más legibles las dimensiones autoritarias del presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, un ex dictador militar cuyo historial de derechos humanos es de todo menos estelar. Cualquiera que se preocupe por la sociedad civil, la libertad de expresión y los derechos humanos debe encontrar preocupante el silenciamiento digital de sus ciudadanos por parte del Estado. Si el Estado logra construir firewalls e interrumpir la protección que las VPN ofrecen a sus cibernautas, las protestas futuras, tanto en línea como en las calles, sin duda serán diferentes y potencialmente violentas.
Todo esto limitaría los avances logrados en un país donde aproximadamente la mitad de la población todavía está desconectada digitalmente. Pero es que además del hecho de que Internet es una gran herramienta para la movilización y participación política en Nigeria, también es un espacio importante para la ciudadanía cultural en red, es decir, para el uso cómico y artístico de memes, dibujos animados y otras imágenes web que hacen circular perspectivas políticas y culturales online. Aún más relevante son las posibilidades empresariales de la ciudadanía digital que el cortafuegos limitaría. En un país con escaso empleo juvenil, el control gubernamental de las plataformas digitales pone potencialmente en peligro a un gran número de jóvenes innovadores que dependen de Internet para hacer frente a su precariedad económica. En Enero de 2021, había 104,4 millones de usuarios de Internet en Nigeria; los usuarios de Internet del país aumentaron en 19 millones (+ 22%) entre 2020 y 2021. La prohibición de Twitter, el impulso del bloqueo a las VPN y los esfuerzos para regular aún más los ecosistemas digitales de Nigeria de manera más amplia, limitarán inevitablemente a muchos de estos usuarios y a la agencia económica que encuentran online.
Para ser claros, las VPN siempre han sido fundamentales para la política global de resistencia en la era de Internet. Además, en los últimos años, hemos visto la intensa politización de estas redes, desde Hong Kong hasta Myanmar, y ahora Nigeria. Por ejemplo, las redes privadas son la base de la infraestructura para la subversión a la deliberada amenaza del gobierno de perseguir a cualquiera que infrinja la ley de prohibición de Twitter la cual, francamente, no considero constitucional. Muchas personas no solo usaron VPN para continuar con el hábito de tuitear como de costumbre, sino que también mencionaron a funcionarios gubernamentales y políticos en tuits, mientras denunciaban a las agencias gubernamentales que permanecían en la plataforma.
Si bien los cibernautas siempre han usado VPN en Nigeria hasta ahora, una prohibición sin sentido ha dado paso a una nueva dimensión de la cultura de las VPN que la implica como una tecnología de resistencia. Y aquí está lo que está en juego con la prohibición de Twitter y las diversas disputas político-económicas en torno a ella: los enredos de Nigeria con China marcan al gobierno del país como una entidad analógica que lucha por limitar el poder de sus ciudadanos digitales. El estado puede eventualmente bloquear las VPN, con o sin China, pero la resistencia de su conocimiento digital seguirá prevaleciendo. Mientras tanto, viajar a Canadá sigue siendo el objetivo de muchos que desean huir de la política digital de Nigeria.
Autor
James Yeku (@james_yeku) es profesor asociado de humanidades digitales africanas en la Universidad de Kansas, Lawrence.
Este artículo fue publicado originalmente en el blog Africa is a Country. Traducción: Africaye.