Entrevistamos a Silas Siakor, activista liberiano

“No recibimos el valor real de nuestros recursos naturales”

“Oye, si la madera, el hierro, los diamantes y el oro son tan valiosos, ¿por qué hay tanta pobreza?” Silas Siakor se hizo esta pregunta cuando era muy joven. Desde entonces, busca y acusa a aquellos que se benefician de los recursos naturales de su país.

Liberia tiene una historia única en el continente africano: este territorio es un hijo bastardo de Estados Unidos, hasta el punto que la bandera es la misma, pero con una sola estrella en lugar de cincuenta. Monrovia, la capital, es un homenaje al presidente de Estados Unidos James Monroe. El país fue fundado en 1847, con el apoyo de una sociedad estadounidense que pretendía el retorno de los esclavos liberados a tierras africanas. Los libertos crearon una élite política, los americoliberianos, que dominaría el país con mano de hierro hasta 1980, cuando un golpe de estado acabó con el dominio americoliberiano en la presidencia. A partir de los 90, Liberia sufrió dos guerras civiles. Charles Taylor, líder de la rebelión del RUF y el señor de la guerra más conocido del país, se lucró personalmente durante el conflicto gracias al tráfico de madera y diamantes, y más tarde sería presidente.

Fue a principios de los 2000 cuando Silas Siakor señaló que el presidente
Charles Taylor se estaba beneficiando del comercio ilegal de madera.
Un activista contra el hombre más poderoso de Liberia. Y ganó.

Fue a principios de los 2000 cuando Silas Siakor señaló que el presidente Charles Taylor se estaba beneficiando del comercio ilegal de madera. Un activista contra el hombre más poderoso de Liberia. Y ganó. Poco después recibió el premio Goldman, considerado el premio Nobel del Medio Ambiente. Hoy, Taylor cumple condena en Inglaterra tras ser condenado por crímenes contra la humanidad. Siakor acaba de ganar el premio Mundo Negro a la Fraternidad 2018 por su trabajo a favor de los derechos humanos en Liberia.

¿Qué herramientas hay en Liberia para que la gente más humilde influya políticamente?

La forma más rápida son los medios de comunicación: ya sea en papel o en los medios audiovisuales. Algunos políticos son dueños de los medios, e incluso algunos periodistas se dedican a hacer promoción de las multinacionales a cambio de dinero. Pero ahora mismo están emergiendo una serie de radios comunitarias, y eso permite que la gente más humilde pueda interactuar con los periodistas, y que estos entiendan mejor cual es el sentir de los ciudadanos. Así podemos romper el monopolio de los medios dependientes de las multinacionales y cambiar la forma de explicar nuestra realidad.

Cuando le das a la gente de los pueblos la oportunidad de hablar de aquello que les importa, la gente lucha directamente por los asuntos que les quedan más cerca, independientemente de la agenda de los medios.

¿Los americoliberianos siguen dominando el país?

Los liberianos ‘nativos’ tienen un control total del estado. En el parlamento el poder ejecutivo está en manos de ‘nativos’ en la presidencia y la vicepresidencia. De todas maneras, los americoliberianos influyen mucho gracias a su poder económico. Sus padres saquearon el país y acumularon mucha riqueza: eso se ha traducido en inversiones inmobiliarias; ahora no necesitan trabajar, porque pueden vivir de las rentas o alquilarle edificios al gobierno. Su posición económica sirve para influir en las políticas que sigue el país: muchos usan el estado liberiano para captar rentas.

El centro de Monrovia está viendo como suben los precios de la vivienda, ya que hay una concentración de la propiedad en manos de esta élite. Ha pasado más de un siglo de la fundación del país, y lo que necesitamos es un gobierno que trabaje para que el país salga adelante, para dejar atrás estas prácticas del pasado.

¿Qué multinacionales están en Liberia?

Hay asiáticos, americanos y europeos en distintos sectores. El mayor productor de acero, Arcelor Mittal, tiene un rol muy importante en la minería de Liberia. BHP Billiton, una compañía australiana. Multinacionales del Reino Unido buscando metales preciosos u oro. Golden Agri Resources (Singapur) o Sime Darby (Malasia) tienen grandes proyectos en el sector del aceite de palma. O Chevron. Es un país muy pequeño, pero muy rico en recursos naturales.

¿Cuándo te interesaste por las cuestiones medioambientales?

Desde muy pequeño siempre tuve una gran aversión hacia la corrupción. Fui a una escuela pública donde no había siquiera bancos para sentarse. Muchas veces los profesores no venían porque no les pagaban; los edificios eran viejos y tenían goteras. El sistema educativo no era muy bueno, y yo sabía que no era por falta de dinero, sino porque un grupo de gente se estaban quedando con la riqueza del país para enviar a sus hijos a estudiar a Europa y los Estados Unidos. Podíamos verlo porque les teníamos al lado, con sus casas grandes y sus estilos de vida lujosos. El hilo que relacionaba la corrupción y la pobreza en la que vivía era muy evidente. Con la llegada de Charles Taylor empecé a fijarme en el valor de las cosas. Para mí fue como, “oye, si la madera, el hierro, los diamantes y el oro son tan valiosos, ¿por qué hay tanta pobreza?”

Los políticos conseguían el dinero de las multinacionales y simplemente se lo quedaban. Esto nos lleva a una conclusión evidente: los beneficios de los recursos naturales tienen que ser para la gente de las zonas de donde vienen estos recursos. La cuestión implica también el cuidado medioambiental, para no explotar en exceso la tierra y conseguir que la justicia social sea sostenible en el tiempo.

Frantz Fanon consideraba que los políticos corruptos en los países africanos no eran más que siervos de los jefes occidentales, los auténticos amos del territorio.

Hay influencias evidentes de los jefes coloniales en la forma de gobernar que se mantienen en el continente: la idea de ‘divide y vencerás’ aplicada a la población, por ejemplo. Sin embargo, debo decir que llevamos 60 años siendo independientes. La primera generación de líderes africanos dijo que quería lo mejor para el continente. Querían echar a los colonialistas para mejorar la vida de la gente. ¿Cómo acabó Robert Mugabe? ¿Gaddafi? Todos ellos dijeron que tenían buenas intenciones, pero acabaron siendo dictadores corruptos. Donde sí hay que señalar a los Estados Unidos o a los europeos es en aquellos líderes que fueron asesinados después de intentar hacer políticas diferentes.

La educación es fundamental para cualquier cambio. Liberia ha experimentado la privatización de parte de su sistema educativo, que ha acabado en manos de las Bridge Schools, un proyecto apoyado por el Banco Mundial, Mark Zuckerberg y la Fundación Gates. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

El gobierno tiene una responsabilidad a la hora de ofrecer servicios básicos: educación, sanidad y agua limpia. Son cuestiones críticas para mejorar la vida de la gente. Lo último que deseas en el contexto de pobreza que vivimos es poner el futuro de una generación entera en manos de compañías cuyo único interés es aumentar sus márgenes de beneficio.

La privatización no ha sido buena para el país: Bridge no está invirtiendo en infraestructura, y está favoreciendo la masificación en las escuelas públicas porque la mayoría de gente no puede pagar la privada. Ante esta situación, en Bridge se limitan a criticar el exceso de alumnos en las escuelas públicas. Claro que están llenas… ¡Porque no hay infraestructura! No pasa por casualidad. Para mejorar las notas, es imprescindible que cada profesor tenga menos alumnos. Con 110 alumnos en una clase es imposible hacer nada. Con 40 lo haría mucho mejor, ¿pero qué hacemos con los demás? No hay escuelas nuevas a las que ir, o las tienen a muchos kilómetros de distancia. El sistema Bridge puede ir bien a una minoría, pero al no invertir en infraestructura deja a la mayoría de liberianos en una situación muy desfavorable.

 

Gracias a un acuerdo con la UE, los liberianos reciben menos del 10% del valor real de mercado de su pescado. ¿Trabajáis conjuntamente con los pescadores para hacer que vuestras luchas tengan más fuerza?

Es un clásico en la cuestión de los recursos naturales: no recibimos el valor real de nuestros recursos naturales, y por eso seguimos siendo pobres. Las políticas de nuestro gobierno  fallan: tenemos 570 kilómetros de costa, y muchos pescadores y las comunidades que dependen de ellos necesitan el pescado, y el gobierno intenta limitar el espacio de pesca para los liberianos. De esa manera, pueden conseguir más espacio para vendérselo a inversores internacionales, o a los europeos.

Lamentablemente, las luchas de los pescadores y la gente del interior suelen estar bastante separadas. Hay que buscar herramientas para que la población pueda educarse sobre la importancia del buen uso de los recursos naturales.

Según el economista Léonce Ndikumana, 700.000 millones de dólares han abandonado África en las últimas 4 décadas en forma de fuga de capitales. África es un acreedor del resto del mundo. ¿Por qué los europeos siguen creyendo que están ayudando a África?

«En Liberia, durante la última década
las fugas de capitales son superiores
a las remesas que envía la diáspora liberiana»

Hay que poner la relación en contexto. Nuestras élites políticas y económicas, si no tuvieran ningún freno, saquearían el país al completo. En nuestras relaciones con la UE, hay algunos intentos de dificultar la habilidad de las élites africanas para robar. Hay que reconocer esta influencia positiva. La fuga de capitales está sucediendo: en Liberia, durante la última década las fugas de capitales son superiores a las remesas que envía la diáspora liberiana de vuelta a casa, y los bancos occidentales están teniendo un rol como facilitadores de esas prácticas.

Necesitamos relaciones comerciales de igual a igual, y una gobernanza global más fuerte para controlar los abusos de las multinacionales. Hay que poder perseguir con más facilidad a los explotadores de los recursos africanos en sus países de origen, en Europa o en Estados Unidos.

Si el 50% de los ingresos del gobierno vienen del exterior, puedes olvidarte perfectamente de tus ciudadanos y te puedes permitir no prestar servicios a la población. ¿Crees que la industria humanitaria perjudica al continente africano?

Durante un tiempo pensé eso, pero con el paso de los años me di cuenta que cuando intentas castigar a los políticos, si no lo haces de una forma muy concreta, puedes acabar dañando a la población más vulnerable. Los hijos de la élite no serán los que paguen por la falta de recursos. Si no hay asistencia para rellenar el vacío, será la gente más pobre la que sufra. Los gobiernos represivos duran muchas décadas, tal y como hemos visto en Libia, Zimbabue o República Democrática del Congo. ¿Sacrificaremos la vida de la gente durante 40 años para que se enfaden con sus gobiernos? Creo que es mejor que tengan una base de apoyo, para que cojan fuerza y entonces discutan el statu quo. Por ese motivo también es importante que la ayuda no haga el papel de “doy dinero, pero no me meto en política”, sino que sirva para el empoderamiento de la población.

¿Cómo fue enfrentarse al hombre más poderoso de su país?

Fue un trabajo en equipo entre mucha gente, y organizaciones como Greenpeace que nos dieron mucho apoyo desde el exterior. Teníamos información sobre a qué puertos irían los barcos cargados con nuestra madera, y la pasábamos a tiempo para que las ONG pudieran seguirlos y recibirlos. Eso llamó la atención de los medios sobre lo que estaba pasando en Liberia. Incluso algunos trabajadores de las compañías madereras accedieron a participar. Necesitaban el sueldo para mantener a sus familias, pero venían y nos daban papeles y documentación que nos podría interesar. La gente normal fue la que marcó la diferencia.

 

Foto de portada y retrato: Jaume Portell

Foto maderera: Internet Archive Book Images

(Vilassar de Dalt, 1992) Periodista especializado en economía y relaciones internacionales, con un énfasis especial en el continente africano. Se interesó por el continente a través del fútbol, pero se quedó fascinado definitivamente por la cultura, la política y la economía. En 2015 ganó un premio de la Unión Europea por un artículo, Les altres Europes (Las otras Europas), donde comentaba la relación entre los tratados de pesca UE-Senegal y la migración hacia Europa de los jóvenes senegaleses. Ha colaborado en medios grandes y pequeños, en radio, web y papel, aprovechando siempre cualquier oportunidad para tratar temas relacionados con África. En 2018 ganó el X Premio de Ensayo de la Casa África con "Un grano de cacao", una reflexión sobre la agricultura africana y su rol en la industrialización del continente. Algún día espera poder cubrir una Copa de África de fútbol.

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