Liderazgo de las mujeres en movimientos de resistencia

De kandakas, rocas y movilizaciones sociales en África

Por el 25 noviembre, 2019 África Subsahariana , Género

De kandakas

Con gesto firme, el brazo extendido y apuntando al cielo con el dedo, una mujer sobresale entre la masa de gente, subida sobre el capó de un coche. Viste una túnica blanca que le cubre cuerpo y cabello, y unos grandes pendientes redondos que despiden destellos dorados. Es 8 de abril y Alaa Salah, una estudiante de 22 años, se convierte así, tras más de 4 meses de protestas y resistencia ininterrumpida en las calles de Sudán, en el símbolo de esta última revuelta que ha conseguido forzar la salida de Omar al-Bashir, al frente del régimen desde 1989. Su imagen no se ha viralizado fortuitamente, sino por estar cargada de simbología. Su vestimenta recuerda y vincula a las trabajadoras profesionales urbanas y aquellas del campo, mientras que los pendientes en forma de luna evocan la belleza de la feminidad; todo ello hace referencia a las madres y abuelas de las actuales sudanesas, que vestían de este modo durante las revueltas de décadas anteriores.

A Alaa esa noche, como a tantas otras mujeres, la jaleaban con el grito de Kandaka, un sustantivo habitual en estos meses en referencia a las reinas nubias del antiguo reino de Kush que ejercían el poder, y cuyo legado se ha materializado en mujeres luchadoras. El papel de las mujeres, a título individual o vertebradas a través de movimientos organizados – como la No to Women’s Oppression Initiative que desde 2009 trabaja por la defensa de los derechos de las mujeres– ha sido vital en la resistencia a la violencia del régimen. Han estado en primera línea de las manifestaciones, siendo objeto de particular persecución a la hora de sufrir arrestos arbitrarios y abusos, han puesto en marcha sistemas, a través de las redes sociales, para identificar y denunciar a los agentes de las fuerzas de seguridad que abusaban de su poder, y han liderado, en definitiva, tanto acciones de cuidados como aquellas de representación política y estratégica contra el régimen.

El protagonismo de las mujeres en esta revuelta es solo uno de los casos más recientes en el que las mujeres han formado parte de la vanguardia de los movimientos en pro de la libertad, la justicia y la defensa de los derechos humanos, aunque, como es habitual, la mayoría hayan sido borradas de la historia oficial.

De rocas

Echemos la vista atrás. La participación activa de las mujeres en las resistencias y luchas anticoloniales, especialmente aquellas de corte socialista, y en la posterior conformación de los estados independientes fue muy relevante, así como dentro de las luchas colectivas para conseguir el avance de la justicia y derechos fundamentales.

El 9 de agosto de 1956 una marea de 20.000 mujeres se manifestaron en Pretoria (Sudáfrica) contra la ley del «sistema de pases» que, hasta el momento, limitaba el movimiento de los hombres negros dentro del sistema racista del Apartheid, y que pretendía ser ampliado a las mujeres negras. La canción protesta «si golpeas a una mujer, golpeas una roca» –You strike a woman, you strike a rock– entonada aquel día se ha convertido en todo un himno intergeneracional. Esta marcha representa un momento fundamental en la historia de la resistencia contra el Apartheid con una gran carga simbólica por la preeminencia de las mujeres, cuya fecha conmemora, de hecho, el Día de la Mujer y el Mes de la Mujer en el país.

De aquella época son conocidas las acciones de resistencia civil llevadas a cabo por mujeres como manifestaciones, boicots económicos, mecanismos culturales ridiculizando a los poderes coloniales, y un largo etcétera. Las vendedoras de los mercados, por ejemplo, fueron agentes fundamentales en la difusión y adhesión de la ciudadanía a los movimientos anticoloniales.  Actuaron como dinamizadoras y casi agentes de propaganda ampliando las bases de apoyo, en casos como Ghana, o en Nigeria organizadas por la preeminente Funmilayo Ransome-Kuti, quien creó una de las primeras organizaciones de defensa de los derechos políticos, sociales y económicos de las mujeres en el país.

En las alas armadas de las luchas de liberación las mujeres también participaron como estrategas, líderes políticas y combatientes, con especial presencia en aquellas de las excolonias portuguesas u otros países como Zimbabue, Sudáfrica o Namibia. En el caso del Mozambique de la FRELIMO la participación armada fue paradigmática, amenazando el status quo colonial así como el sistema patriarcal tradicional, con la creación del Destacamento Femenino en 1965 y la figura de Josina Machel, guerrillera revolucionaria y figura fundamental del organigrama del partido.

De femócratas

Muchos de los movimientos u organizaciones de liberación de aquella época tenían un ala «femenina». Tras las independencias y pasar unos años cooptadas por las estructuras de los partidos, a partir de la década de los 90 y con mayor independencia, se centran fundamentalmente en aplicar un enfoque de derechos. Derechos económicos, acceso a la educación, derecho a la salud y reproductivos, incluida la lucha contra la violencia de género, así como el énfasis en los derechos políticos y la importancia estratégica de la incidencia política y el acceso a puestos de representación. De hecho, es conocido que varias de las tasas más altas de participación de mujeres en el legislativo se encuentran en África, con Ruanda a la cabeza con un 61,30%. El liderazgo de los movimientos de mujeres como agentes de paz en los conflictos, en casos como Sierra Leona o Liberia, o la adopción por parte de la Unión Africana del Protocolo de Maputo, específico para la promoción y protección de los derechos de las mujeres y las niñas, y uno de los más progresistas del mundo, son otros ejes temáticos fundamentales hasta la actualidad.

Global y específico

Desde el ciberactivismo y la organización de base, los movimientos de mujeres están plantándole batalla a la violencia sexual y basada en el género. A través de iniciativas locales similares a #niunamenos o #metoo, han encendido la mecha en países como Nigeria, Senegal o Kenia contra el silencio y el estigma social que rodea esta violencia, hacia el empoderamiento de las supervivientes, y para la denuncia y reclamo de medidas eficaces contra la violencia estructural.

El pasado agosto, en Sudáfrica –uno de los países con mayor índice de violencia sexual–, y bajo la llamada #TheTotalShutDown, las activistas organizaron una jornada de huelga nacional y manifestaciones multitudinarias que también se replicó en países vecinos. En ella se reclamó la implementación de una estrategia integral que avance en la creación de un Plan Nacional contra la Violencia sexual y basada en el género, la formación de profesionales sanitarios, legales y de las fuerzas de seguridad en diversidad de género, atención y sensibilización, o la creación de mecanismos concretos de seguimiento, entre otros. En otro caso similar, en junio las activistas ugandesas organizaron otra jornada de protestas tras semanas de movilizaciones denunciando la normalización de la violencia sexual y basada en el género y la inacción del estado y las fuerzas de seguridad tras el asesinato impune de al menos 43 mujeres, creando redes con otras feministas a nivel regional.

Movimientos con un fuerte carácter interseccional, que amplían sus bases y sujetos de derechos –colectivo LGTBIQ, trabajadoras sexuales, etc.–, se movilizan en red y reivindican tanto su carácter feminista –un término asociado a Occidente que ha sido en general acogido con reticencia en el continente–, como a sus referentes continentales y sus estrategias y protagonismo a lo largo de su historia. «Es muy importante escribir sobre las luchas mientras ocurren, o la gente intentará arrebatarte ese espacio (…) las mujeres siempre están implicadas y siempre lideran, pero los libros de historia no lo reflejan» determina Mbaki Khumalo, activista de FRIDA Young Feminist Fund.

 

Foto de Alaa Salah: Umit Bektas

Este artículo fue originalmente publicado en el suplemento en papel de La Directa dedicado a la Mostra de Cinema Africà del Cine Baix (Sant Feliu de Llobregat), y en La Directa

 

 

(Gallega nacida en Madrid, 1982) estudié Publicidad y Relaciones Públicas, aunque dejé El Lado Oscuro enseguida por la fotografía y el tercer sector, especializándome en Estudios Africanos y Relaciones Internacionales. Quizás por aquello del lado oscuro, trato de centrarme en una tesis sobre la presencia de las empresas transnacionales en el continente africano. Mientras, mi vida es una miscelánea que llevo como puedo, conjugando la producción agroecológica, la danza y aprendizajes varios. Susan Sontag dijo "fotografiar es encuadrar, y encuadrar es excluir". Es extensible a cualquier expresión, y aquí compartiré algunos encuadres, en constante composición.

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