Aprovechando que los medios de comunicación del mundo se centran en las elecciones de EEUU, deberíamos comenzar a prestar atención a otras elecciones de 2020, también con un presidente en ejercicio impopular, una nación profundamente dividida, dudas sobre la integridad del sistema electoral y bajo la interferencia de Rusia. Esta es la situación en Guinea, donde se celebraron elecciones presidenciales el pasado 18 de octubre. Los resultados de esa votación aún están en disputa, ya que tanto el presidente en ejercicio, Alpha Condé, como el líder de la oposición, Cellou Dalein Diallo, han declarado la victoria. La policía y el ejército también han declarado vencedor, provocando una lluvia de violencia sobre los manifestantes.
Las fuentes de noticias locales describen la situación de Guinea como un «pandemonio electoral«. Las autoridades estatales dispararon y mataron a decenas de civiles, destruyeron casas y propiedad privada y cortaron los servicios de Internet durante varios días. ¿Qué pasó con las promesas de una nueva democracia que se hicieron hace solo 10 años?
Guinea ha hecho un progreso incómodo hacia un gobierno democrático durante décadas, desde una revuelta de mujeres del mercado contra las políticas económicas de Sékou Touré en 1977 hasta manifestaciones a favor de la democracia en la década de 2000, las cuales continúan en la actualidad. Si bien el país ha visto una sucesión de líderes autoritarios desde 1959, escritores de la talla de Laye Camara y Djibril Tamsir Niane, innumerables periodistas y personas anónimas han arriesgado sus vidas y sus medios de subsistencia para exigir un cambio. Los ideales sociales de interdependencia y veracidad del poder están arraigados en el imperio precolonial de Mande y siguen siendo el centro del debate popular en torno al liderazgo y la responsabilidad en la actualidad.
Sin embargo, las personas en Guinea también son cautelosas con las protestas, ya que interrumpen las actividades económicas, atascan las calles y, a menudo, conducen a la brutalidad policial y a la espectacular violencia estatal..Para muchos, el gobierno autoritario ofrece estabilidad y familiaridad, particularmente en una región que vivió guerras civiles en Costa de Marfil, Liberia y Sierra Leona durante la década de 2000. El autoritarismo también se ha enredado durante mucho tiempo en sentimientos de nostalgia, colectividad y orgullo nacional. Los guineanos recuerdan la era Touré con sentimientos encontrados: veintiséis años largos y sangrientos, pero también un momento para la independencia, el panafricanismo y el antiimperialismo. Recuerdan su gloriosa historia enraizada en el imperio Mande, una historia que dictadores poscoloniales como Touré evocaron conscientemente. Estos recuerdos ofrecen una sensación de certeza y autorreconocimiento, en contraste con las incógnitas de un futuro democrático.
Después de años de reformas y manifestaciones, Guinea celebró sus primeras elecciones democráticas en 2010. Mucha gente elogió a Alpha Condé por su historia de exilio y oposición y su formación y trabajo como abogado. Sin embargo, los años de Condé han sido desastrosos para Guinea, con condiciones de vida en constante deterioro, recortes en escuelas y servicios básicos, y el aplastamiento sin sentido de voces de oposición. La democracia ha demostrado ser un espejismo, ya que las elecciones presidenciales y legislativas están continuamente sumidas en el conflicto y Condé ha inflamado las divisiones étnicas entre los fulbe y los maninka. Con el apoyo de Rusia, Condé recientemente impulsó una nueva constitución que le permitiera postularse para un tercer mandato -con posibilidades de un cuarto-, borrando efectivamente sus dos primeros mandatos del recuento total.
Lo que el pueblo guineano ha aprendido durante la última década, aunque tal vez ya lo sabía, es que la democracia no es fácil, sus significados y objetivos no están claros y requiere trabajo mucho más allá de las elecciones. Como señaló recientemente Moses Ochonu en el caso de Nigeria, a pesar de la retórica insistente de promesa que llevan, las elecciones no representan un punto final en la búsqueda de dignidad y derechos. Nic Cheeseman nos recuerda que las elecciones pueden ser los símbolos más importantes del éxito para las naciones donantes y los observadores internacionales, pero rara vez modifican la experiencia diaria de la gente común.
Afortunadamente, en el caso de Guinea, el país tiene dos recursos que ofrecen alguna esperanza. Primero, desde las reformas de los medios de comunicación en 2005 y 2006, el país ha sido testigo de una explosión creativa de comentarios políticos y transmisiones de noticias mucho más allá de los canales estatales. Las estaciones de radio y televisión y los periódicos privados han proliferado y no tienen miedo de expresar su desacuerdo. En particular, los medios de comunicación feministas como Actu-elles informan y movilizan a las mujeres jóvenes, mientras que una serie de locutoras como Moussa Yéro Bah unen aún más los mundos cercanos entre los medios privados y el activismo en Guinea. El gobierno de Condé ha tenido una visión dura de estas voces opositoras y ha sometido a los periodistas a la censura y la violencia, incluida la muerte del joven periodista Mohamed Diallo, en 2016. Pero, aunque se encuentra en una batalla política y económica, el periodismo privado y disidente en Guinea, a través de los viejos y nuevos medios, es una fuerza creciente.
El segundo recurso que poseen muchos guineanos es un patriotismo hermanado con un sano escepticismo hacia el poder. El amor a la patria no los ciega ante la violencia y las violaciones del Estado. Más bien, movilizan el amor y ondean la bandera como un llamado a la oposición y a una Guinea mejor. Si bien el patriotismo y el amor han estado históricamente envueltos en el autoritarismo guineano, en los recuerdos de un pasado glorioso vinculado a los grandes hombres poscoloniales, las manifestaciones y el periodismo se están apropiando de esta narrativa y estos sentimientos, poniéndolos al servició de las reclamaciones de la disidencia por un futuro genuinamente postautoritario.
El presente de Guinea es tenso y el futuro sigue siendo profundamente incierto. Pero, como muchas personas en todo el mundo, nos encontramos tambaleándonos en la delgada línea entre el autoritarismo y su otra cara, pudiendo reconocer y saludar el trabajo y el amor de quienes luchan por la esperanza.
Autora
Nomi Dave (@NomiDave) es profesora asistente de música en la Universidad de Virginia y autora de The Revolution’s Echoes: Music, Politics, & Pleasure in Guinea (2019, University of Chicago Press).
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en “Africa is a country”, bajo el título “Guinea’s authoritarian afterlives “. La traducción es de Africaye.