Una personalidad que inspira revueltas feministas

Marie Koré, la mujer política y su banda

Marie Koré – Fotomontaje de Capire – cc

Una línea de cocoteros esbeltos y arena rubia marca el camino en paralelo a un mar colérico que conduce desde la capital económica marfileña, Abiyán, hasta el puente de la Victoria, en Bassam. La infraestructura metálica, que brida la laguna Ouladine, recuerda la heroicidad de Marie Koré y varios cientos de sus camaradas, también mujeres, haciendo frente a los colonos franceses durante las jornadas del 23, 24 y 25 de diciembre de 1949. La historia oficial cuenta que las mujeres pedían la liberación de sus familiares, todos hombres y opositores políticos presos en la cárcel de la ciudad, primera capital colonial del país. Apresados sin motivo ni fecha de juicio, se les acusaba de desafiar el orden establecido por los franceses. Entre ellos se encontraba Bernard Dadié, padre de las letras marfileñas y una referencia de todas las luchas posibles en el continente africano. 

La escritora marfileña Edwige Dro reprocha a la narración popular que redujera ese grupo de 2.000 activistas a simples esposas y madres de ocho opositores encarcelados por el Gobierno francés, y se queja de que se haya borrado de la historia la capacidad de esas mujeres para hacer temblar a la administración colonial como líderes de opinión. Dro fundamenta su protesta en que, antes de la marcha de diciembre, hubo otra protesta exitosa en agosto del año siguiente, la cual logró liberar de manos de la administración colonial francesa a una vendedora de vino de palma y líder de opinión de Treichville, encarcelada por “fetichista” y por escándalo nocturno. La prisionera bailaba una danza ritual autóctona, el adjanou, algo que los franceses consideraban brujería y que incomodaba a la administración colonial. Al día siguiente de su arresto, cuando lo supieron sus compañeras del mercado de Treichville, fueron a la prisión de Gran Bassam a liberarla y, entre ellas, destacaba Marie Koré.

Koré venía de una tierra levantisca, Daloa, que vio nacer a otros muchos que se negaron a aceptar el dominio extranjero: Victor Biaka Boda, Kragbé Gnagbé o Adrien Deignan Bailly, entre otros. Se sintió atraída por la política siendo joven y acabó divorciándose de su primer marido, un francés, por entrar en el partido fundado por el primer presidente del país tras la independencia, Felix Houphouët-Boigny. Presidenta de la sección femenina de la organización en Treichville, uno de los barrios más populosos de Abiyán, también fue una empresaria eficaz y una emprendedora que montó su propio maquis en la misma zona de la futura capital económica marfileña. Allí conoció a su segundo marido, un funcionario licenciado por subversivo, ya casado. Ella fue la que le declaró su amor a René Sery Koré y quien le pidió que le presentara a su primera esposa, con la que conferenció directamente para pedirle permiso para fundar una familia polígama, cubriéndola de regalos y atenciones para ablandarla. Koré era uno de los prisioneros en Bassam cuando su segunda mujer se hizo hueco en la historia del país. 

Protestas frente a prisión

Koré y sus compañeras llegaron de Abiyán y se organizaron en la tranquila ciudad balnearia, a caballo entre la laguna y el mar. Tenaces, protestaron frente a las mangueras, los látigos y los gases lacrimógenos de la policía. No se arredraron cuando recibían golpes e insultos y las amenazaron con armas de fuego. Se revolvieron y devolvieron los golpes al ser agredidas: bofetones, bocados y patadas. Algunas fueron más creativas y dejaron caer al piso sus paños, liberando sus desnudeces para asustar a los pacatos policías blancos, incapaces de mirar sin vergüenza un simple pezón descubierto. Koré las arengaba, traspasando etnias y lenguas, inflexible. También devolvió los golpes cuando los sintió en su carne y acabó en el calabozo, coceada en el suelo por un oficial francés. 

A pesar de que el puente se denomine de la victoria, las mujeres no lograron su objetivo en aquella ocasión. Sin embargo, sacaron los colores al invasor y su acción se celebra hoy entre el pueblo marfileño como una victoria. El rostro decidido y serio de Marie figuraba antes en uno de los billetes de la zona franco CFA. Los sondeos la colocaban por delante de otras referencias femeninas de la historia marfileña reciente a principios de este siglo. Una de las citas más conocidas de la activista dice que todas las miserias que sufren pueblos como el suyo tienen su origen en el dinero que los colonos obtienen de sus países. “Por eso encarcelan a nuestros maridos, nuestros hermanos y nuestros hijos; por eso se nos imponen de una manera brutal”, sentenció, anticapitalista y anticolonialista, en la primera mitad del siglo XX.

Referente actual para las protestas de mujeres marfileñas

Koré y las mujeres marfileñas en las marchas de protesta de 1949 pasaron el testigo a sus descendientes en las marchas antifrancesas de 2004, cuando la aviación de la potencia europea ametralló las calles y los puentes de Abiyán mientras los habitantes de la ciudad se manifestaban contra ellos. Posteriormente, los soldados galos asesinaron a tiros a varias decenas de manifestantes desarmados en los alrededores del hotel donde se acantonaban, el Ivoire. Estos dos ejemplos tienen su continuidad natural en las manifestaciones antigubernamentales del verano de 2020, originadas en la decisión del presidente del país, Alassane Ouattara, de presentarse a un tercer mandato. Las mujeres de la oposición marfileña ocuparon, de nuevo, las calles de sus ciudades en esos momentos, cantando, bailando y luciendo a la vista, en muchos casos, el busto libre salvo por el sujetador que ocultaba únicamente sus senos. 

El historiador marfileño Dagauh Komenan conecta estas realidades con el hecho de que las mujeres tienen la capacidad de enfrentarse a las fuerzas del orden y lanzarles una maldición: están ejerciendo, de nuevo, un poder espiritual que sólo ellas poseen y que se liga a la maternidad y la desnudez. “Las mujeres se sitúan a la vanguardia de las manifestaciones para proteger a los demás con su autoridad y su capacidad de maldecir a sus enemigos”, indica Komenan. El investigador precisa que las mujeres añí de Abengourou interpretaron la danza adjanou en 2020 para maldecir al actual gobierno, culpable de la represión política y policial que vivía el país en aquellos días. “Es la danza más sagrada y secreta”, precisa, haciéndose eco de los temores que rodearon a la vendedora de vino encarcelada en 1949. No hay testimonio visual de esta ceremonia, que sólo conocen sus intérpretes, pero se supone que existe un tipo de adjanou que se baila en público a la luz del día para anunciar el segundo tipo, que se ejecuta por la noche y, en teoría, implica el desnudo de las bailarinas. 

La profesora de derecho Sylvia Tamale, de la Universidad Makerere (Uganda), es la autora de un ensayo en el que se reivindica el desnudo femenino como una forma más de protesta contra el poder. Primero, como hicieron algunas correligionarias de Marie Koré, para espantar a los puritanos colonos, provocarles y lanzarles una maldición cargada de desafío. En la actualidad, para proteger a sus comunidades, defender causas imposibles o hacer escuchar voces que, de otra manera, no entrarían a formar parte del discurso hegemónico de los medios. Los ejemplos abundan en Camerún, Sudáfrica, Kenia, Uganda, Nigeria o Liberia, además de Costa de Marfil.

En esto, como en la política o el poliamor y siempre en comunidad con otras mujeres, Koré fue una adelantada.

(Las Palmas de Gran Canaria, 1971) Parte del equipo de Comunicación de Casa África desde 2007. Colaboradora en el blog "África no es un país" y en el portal 'Planeta Futuro' de "El País." También ha publicado en otros medios especializados en África. Estudió Ciencias de la Información, rama de Periodismo, en la Universidad Complutense de Madrid y un Máster en Asistencia Humanitaria en el University College Dublin. Ha colaborado en proyectos editoriales relacionados con temas africanos y de ficción.

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