Retos para erradicar el trabajo infantil en África

Por el trabajo decente en África y la erradicación del trabajo infantil

A modo de preámbulo

El próximo 20 de mayo de 2021 tendrá lugar la sesión de apertura de la 109ª Conferencia Internacional del Trabajo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Por primera vez en su historia la Conferencia se ha convocado en formato virtual tras verse abocada esta agencia de Naciones Unidas a suspenderla por motivo de la pandemia en el año 2020.

Naciones Unidas ha declarado 2021 como el Año Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil con el objetivo de acelerar la erradicación real de esta terrible práctica aún demasiado frecuente en nuestros días, que impacta de manera especialmente terrible en el continente africano.

En el marco de la meta 8.7 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de Naciones Unidas (adoptada en 2015) se abogaba por “poner fin a todas las formas de trabajo infantil para 2025”. La OIT, que ejerce la secretaría de una alianza global conocida como Alianza 8.7, trata de acelerar los progresos encaminados a poner fin al trabajo infantil, el trabajo forzoso, la trata de personas y la esclavitud moderna.

Esta Conferencia de 2021 tendrá, en opinión de la autora y a pesar del sabor agridulce que siempre nos deja la virtualidad, un momento especial que no debería pasar desapercibido a los ojos de los observadores. El 10 de junio se celebrará un único evento paralelo de carácter abierto al público que se dedicará a conmemorar el Día Mundial contra el Trabajo Infantil.

El evento se organizará conjuntamente con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), bajo los auspicios de la Alianza 8.7. Se trata de conmemorar la ratificación universal del Convenio núm. 182 sobre las peores formas de trabajo infantil por todos los Estados Miembros de la OIT, publicar las nuevas estimaciones y tendencias mundiales sobre el trabajo infantil y presentar las «Promesas de Acción para 2021», ilustrando con ejemplos los progresos realizados en su aplicación.

Una breve historia del Convenio nº 182 de la OIT sobre peores formas de trabajo infantil

Fue un 17 de junio de 1999 en Ginebra durante la celebración de la Conferencia Internacional del Trabajo de ese año cuando se aprobó el convenio 182. En 2021 se cumplen 22 años desde que los Estados miembros de la OIT ratificaran esta norma internacional del trabajo. Un convenio que nos habla de las peores formas de trabajo infantil como prioridad de acción nacional e internacional de esta ya centenaria agencia de las Naciones Unidas.

En ese final del s. XX, los Estados miembros de la OIT consideraban que la eliminación efectiva de las peores formas de trabajo infantil requería de una acción inmediata y general que tuviera en cuenta la importancia de la educación básica gratuita, la necesidad de librar de todas estas formas de trabajo a los niños y niñas que pudieran verse afectados y la obligatoriedad de asegurar su rehabilitación y su inserción social.

¿Qué entiende la OIT por trabajo infantil?

La agencia reconoce que existen grandes diferencias entre las múltiples formas de trabajo en el mundo que son realizadas por niños y niñas. Algunas, muy exigentes, peligrosas y reprobables desde el punto de vista ético. Cuando hablamos de “trabajo infantil” suele definirse, según la OIT, como todo aquel trabajo que priva a los niños/niñas de su niñez, su potencial, su dignidad y que es perjudicial para su desarrollo.

Así todos aquellos trabajos peligrosos y perjudiciales para el bienestar físico, mental o moral del niño/niña, que interfieren con su escolarización, que les priva de la posibilidad de asistir a clases, que les obliga a abandonar la escuela de forma prematura, que les exige combinar el estudio con un trabajo pesado que conlleva mucho tiempo, quedarán dentro de la etiqueta del trabajo infantil. Ni qué decir tiene todas aquellas formas extremas del trabajo infantil donde los menores son sometidos a violentísimas formas de esclavitud, privados de sus familias, expuestos a graves peligros y enfermedades o abandonados a su suerte en la calle.

Foto de Carsten ten Brink

El trabajo infantil en África

Ya en el año 2017 la OIT cifraba en sus informes la esclavitud moderna y el trabajo infantil en 40 millones de personas víctimas de la primera y 152 millones de niños y niñas entre 5 a 17 años en trabajo infantil en todo el mundo. Sí, 152 millones de personas de todo el mundo vivían hace cuatro años atrapados en todo tipo de redes de la esclavitud moderna!! Cifra que con la llegada de la pandemia mundial que atravesamos se ha incrementado en todo el mundo como era de esperar.

A esa cifra ya de por sí espantosa, hay que añadir que además las mujeres y las niñas se ven afectadas de manera dramática por esta lacra de la esclavitud moderna. Representaban ya en aquel entonces un 71 por ciento del total, casi 29 millones y el 99 por ciento de las víctimas de trabajo forzoso en la industria del comercio sexual y el 84 por ciento de los matrimonios forzosos.

Si nos fijáramos en cómo se distribuye la lacra del trabajo infantil en el mundo, vamos a encontrar de los 152 millones de niños y niñas (64 millones de niñas y 88 millones de niños, casi uno de cada diez niños/niñas en el mundo), la mayor parte se encuentran en África (72,1 millones). Siguen al continente africano, Asia y el Pacífico (62 millones), las Américas (10,7 millones), Europa y Asia Central (5,5 millones) y los Estados Árabes (1, 2 millones).

Según datos de la OIT, en África, la agricultura representa el 85 por ciento de todo el trabajo infantil y 61,4 millones de niños y niñas en términos absolutos, y se relaciona principalmente con la agricultura comercial y de subsistencia y la ganadería. Normalmente se realiza además en condiciones peligrosas por su propia naturaleza.

La OIT nos indica que del resto de niños y niñas en trabajo infantil en África, 8,1 millones (11 por ciento) se encuentran en el sector de servicios y 2,7 ​​millones (4 por ciento) se encuentran en la industria. La mayor parte del trabajo infantil no es remunerado, y la mayoría de los menores en trabajo infantil no están en una relación laboral con un tercer empleador, sino que trabajan en granjas familiares y empresas familiares.

Según indica la OIT en este mismo estudio “los niños pequeños forman el grupo más grande de personas en situación de trabajo infantil. El desglose por edad de los niños en trabajo infantil indica que el 59 por ciento de todos los que están en trabajo infantil están en el grupo de edad de 5 a 11 años, el 26 por ciento tienen entre 12 y 14 años y el 15 por ciento entre los 15 y 17 años. Este perfil de edad del trabajo infantil en África es mucho más «joven» que en otros lugares del mundo. Los niños del grupo de edad más joven también constituyen el grupo más numeroso de trabajos peligrosos en África. El grupo de niños africanos muy pequeños que enfrentan condiciones de trabajo peligrosas que ponen en peligro directamente su salud, seguridad y desarrollo moral es motivo de especial preocupación”.

Sindicatos africanos y trabajo infantil: una herramienta para la acción

Resulta obvio a estas alturas que ni la situación previa a la pandemia ni las consecuencias de la misma han venido a contribuir a la erradicación del trabajo infantil en el mundo ni en África. Más bien ha sucedido el efecto contrario que se ha agudizado de manera especial en algunas regiones, grupos de edad y sectores.

Se requiere de un mayor compromiso para sacudirnos de encima para siempre el trabajo infantil, la esclavitud, la explotación sexual, la utilización de niños/niñas en conflictos armados y el resto de trabajos ilícitos o peligrosos susceptibles de menoscabar la salud, la moral o el bienestar psicológico de los menores.

Así los sindicatos africanos están llamados a ser herramientas clave para la erradicación del trabajo infantil en su continente en este paso necesario para alcanzar el trabajo decente para las poblaciones africanas y el desarrollo sostenible. Los sindicatos tienen un papel fundamental para lograr estos cambios por su conocimiento en el terreno de las peores formas de trabajo infantil, las violaciones de los derechos humanos y su capacidad de denuncia e incidencia ante las autoridades locales e internacionales hasta lograr su erradicación.

Con esa esperanza, y no otra, escribo estas breves líneas como un toque de atención a nuestras memorias y una palanca para la búsqueda de soluciones. Situar en el centro de nuestro conocimiento y de nuestra escritura la lucha por la erradicación del trabajo infantil, nos llevará a conocer caminos, sin duda, llenos de dolor. Caminos donde el horror a veces no ha bastado para convencer a generaciones de políticos, gobernantes y, en general, a una parte de la ciudadanía, de la necesidad de atajar esta situación sin paliativos. Sin más excusas. Sin más demora.

Fotografía de portada: Carsten ten Brink

(Requena, 1971) Doctora en Estudios Árabes e Islámicos y Máster en Inmigración e Intervención Social. Desde 2006 es responsable para países árabes, África, Asia y consejera técnica para la Organización Internacional del Trabajo en la Secretaría de Internacional y Cooperación de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras de España. Su tesis doctoral, publicada en la Fundación 1º de Mayo de CCOO, se centraba en un análisis comparativo de la evolución de los modelos sindicales de Túnez y Egipto. En 2019 recibe el XI Premio de Ensayo de Casa África con la obra "Por el trabajo decente en África", publicada por Los Libros de la Catarata.

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