Cinco claves para entender qué pasa en la República Centroafricana

Los últimos días del mes de septiembre la capital de la República Centroafricana (RCA en adelante), ha sufrido el episodio de violencia más grave de este 2015. El asesinato de un joven, supuestamente de confesión musulmana, ha provocado la erupción de enfrentamientos inter-comunitarios causando más de 60 muertos, 300 heridos y hasta 42.500 desplazados. Más allá de las cifras, la impresión de una ciudad desértica y le generación de más miedo y frustración entre la población son aquellos reflejos que, una vez más, nos deben hacer reparar en las causas más profundas de la actual situación en el país. El siguiente artículo intenta desgranarlas:

 

No es un conflicto de origen confesional

Los negativos precedentes y la forzada relocalización de población musulmana del sur al norte en 2014 (considerada por muchos como una práctica de limpieza étnica), nos remiten a pensar que la raíz del enfrentamiento radica en las prácticas confesionales, discurso que merece una argumentación. No obstante, éstas deben buscarse en otros factores: la débil tradición democrática del estado, con una casi inexistente representatividad fuera de la capital; el control por los recursos naturales (con acusaciones de utilización de diamantes y madera); o los históricos enfrentamientos entre grupos nómadas pastorales que practican la trashumancia y comunidades sedentarias agrícolas en el norte del país. Estas serían las principales causas profundas (cada una merecería explicaciones mucho más extensas). No obstante, el hecho de que buena parte de las comunidades con sentimientos de marginalidad se constituyeran en grupos armados (coalición Séleka, ya disuelta) y fueran mayoritariamente de confesión musulmana, llevó a su voluntad de venganza hacia comunidades más cercanas al cristianismo, que posteriormente también querrían tomarse rendida cuenta (bajo las denominadas milicias anti-Balaka). Debe hacerse una clara distinción entre causas y consecuencias, pero sobretodo marcar la cohesión social a nivel comunitario como uno de los principales retos en la actualidad. En los actuales enfrentamientos, además, existen crecientes sospechas de la implicación de miembros de las FFAA, lo que sustentaría los argumentos de un intento de desestabilización política y manipulación desde la esfera política.

 

El flirteo entre la reivindicación y la criminalidad

La visión de dos grandes bloques en la conflictividad de los últimos años en RCA no es más que una simplificación de un disgregado entramado de coaliciones. Por un lado, la ex Séleka (“Alianza” en sango, lengua local) fue una coalición de grupos armados ubicados originalmente en el noreste del país que se agruparon para tomar el control gubernamental en marzo de 2013. Una vez conseguido el objetivo común (derrocar al ex Presidente François Bozizé y hacerse con el poder) las rencillas entre sus componentes fueron creciendo. Tras la pérdida del poder central, la ya disuelta coalición bascula entre su zona de origen (el noreste) y el centro de la capital, cercanos a las zonas diamantíferas y del control del paso fronterizo con Sudán, la principal fuente comercial de la zona. Por su parte, la réplica originada por las milicias anti-Balaka (anti machete o anti bala AK47, según la versión) dista también de ser un grupo homogéneo. Su génesis se encuentra en la zona central del país, donde grupos tradicionales de caza fueron organizándose para tomarse cumplida cuenta de la represión de los Séleka, pero ya fueron mostrando una estructura desagregada en su intento de toma de Bangui. Actualmente, se acusa a los anti-Balaka de ser los instigadores del reciente episodio de violencia (con la sospecha de la connivencia de miembros de las FFAA nacional, los FACA) ante unas supuestas milicias de confesión musulmana situadas en el PK5 (centro histórico de esta comunidad). Sin embargo, el saqueo de muchas oficinas de ONG hace sospechar que las reivindicaciones políticas flirtean con las actividades criminales.

 

RCA no es solo Bangui

Este enunciado de Perogrullo no parece tan evidente mediáticamente hablando. Si ya se trata de una realidad marginada informativamente, apenas aparece, como en tantos otros casos, cuando la violencia se produce en la capital. Se comenta que el estado como tal desaparece en el conocido como PK12 (punto kilométrico 12, contando desde el centro de la capital), zona donde se da por terminada la ciudad. La ya mencionada marginalización del resto del país se refuerza con constataciones como la falta de servicios públicos. Asimismo, durante la época de lluvias (alrededor del segundo semestre natural del año) las rutas (pistas) resultan impracticables por buena parte del territorio. Por citar un ejemplo clarificador, Médicos sin Fronteras ya denunciaba antes de este periodo violento que apenas un 20% de los servicios sanitarios permanecían funcionales fuera de la capital.

 

Periodo de transición: ¿malas respuestas o preguntas erróneas?

La comunidad internacional ha pasado de tratar RCA como un conflicto olvidado a ignorado. Ni en los momentos considerados de grave crisis humanitaria (finales de 2013, cuando se decretó la emergencia a los niveles de Siria), se consiguió la mitad de la financiación requerida. La protección de la población siempre ha sido la piedra angular por la que se ha querido centrar toda acción de acompañamiento de la comunidad internacional, pero con una creciente desafección de la población por la persistente violencia que les amenaza.

Durante este 2015, la fórmula por la que se ha buscado la estabilidad radica en dar fin al proceso de transición a través de un proceso electoral, fruto de un proceso de concertación nacional (el Fórum de Bangui, celebrado el pasado mes de mayo) y un referéndum de una propuesta de la constitución antes que termine este año. La cruda realidad a este proceso teóricamente lineal es bien distinta: la mencionada concertación no está dando los resultados deseados (solo debe verse los mencionados acontecimientos de septiembre), no se ha conseguido todavía celebrar el plebiscito ni tampoco hay una fecha prevista para los comicios presidenciales. Sobre este último punto, si bien se confirma que cerca del 83% del electorado estimado ya está inscrito en el censo (según la MINUSCA, la misión de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas), discursos como el presidente de Chad, Idriss Déby, quien prefiere hacer unas elecciones mal hechas que una transición eterna, delata una visión cortoplacista para buscar la estabilidad del país a través de un gobierno elegido bajo sufragio.La reciente dimisión del presidente de la Autoridad Nacional para las elecciones abre también nuevos interrogantes. Volviendo al olvido histórico de este país, el darse cuenta, por ejemplo, de que antes de esta espiral de violencia los servicios básicos fuera de la capital eran inexistentes, nos puede ayudar como mínimo a hacer cambiar las preguntas.

 

Visión alternativa: paso corto y vista larga.

El miedo y la frustración que vive la población centroafricana ante el panorama actual es comprensible: no existen apenas precedentes del camino a la estabilidad sostenible de RCA y las recetas que se presentan por el momento tienen una morfología cortoplacista: elecciones y desarme de milicias. Si se pretende buscar un enfoque centrado en la sostenibilidad de la protección de la población, debe buscarse en base a la voluntad comunitaria, la cual no se consigue automáticamente por el ya mencionado resentimiento. Asimismo, la búsqueda de una gobernabilidad justa y eficiente no debería pasar únicamente por la elección de un gobierno, sino también en la reforma del sector de seguridad que responda a amenazas consensuadas y bajo un prisma de seguridad humana. En otras palabras, la esperada reforma del ejército (uno de los problema estructurales de las dos últimas décadas) no debe ser la única solución, sino plantear también la reforma judicial o el control democrático entre otros aspectos.

(Barcelona, 1982) Sociólogo que nunca ha ejercido, pero siempre cree pensar como tal. Esto de opinar siempre me ha costado; sigo la máxima que tenemos el doble de orejas que bocas. Abidjan la sigo sintiendo como una segunda casa y algún día confío en volver. De teatro, baloncesto, amigos, reír y hacer reír, mucho. Y sobre todo que no me arrepienta nunca de no haber intentado algo que quería. @albertcarames

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