Elecciones en Ghana. Nuevo gobierno, ¿nueva era?

 El 7 de diciembre de 2016 Ghana celebró sus séptimas elecciones presidenciales y parlamentarias desde el regreso a la democracia multipartidista en 1992. Este año, y teniendo en cuenta, por un lado, el contexto electoral en el continente y en el mundo en general y, por otro lado, la tensión en aumento en Ghana, la relevancia de las elecciones en este país era incuestionable. Normalmente presentado como la estrella de África o el bastión de la paz y la democracia en el continente, el desarrollo pacífico y transparente de las elecciones dio un respiro y empuje a los valores democráticos en África después de los fracasos en Uganda, Gabón, o Gambia. Los ghaneses finalmente no decepcionaron y las elecciones transcurrieron sin mayores altercados. Lo que es aún más remarcable es que el presidente hasta el momento perdió las elecciones por amplio margen (aunque ninguna encuesta así lo predijo) y a pesar de ello hubo una transferencia pacífica de poder entre partido y partido. El nuevo presidente, Nana Akufo-Addo, consiguió ganar las elecciones gracias a sus promesas de cambio que respondían al descontento de la sociedad en general y la juventud en particular. Aunque los valores democráticos en el país parecen asentados, el nuevo presidente deberá hacer frente a una serie de retos y a las grandes expectativas que ha generado en parte de la población.

Nana-Akufo-Addo

Unas elecciones reñidas

Ghana fue el primer país africano en obtener la independencia en 1957. A pesar del carisma del líder de la independencia y presidente Kwame Nkrumah y de un futuro prometedor, Ghana sufrió 4 golpes de estado exitosos en el transcurso de tan solo 15 años. No fue hasta 1992 que bajo el mandato del presidente Rawlings, quien había participado en dos golpes de estado, el país volvió a la democracia. A pesar de ello, un hecho distintivo de Ghana, en comparación con los países que le rodean, ha sido que, a pesar de la heterogeneidad étnica, la presencia de recursos naturales, y de otros factores que tradicionalmente en ciencias políticas se consideran como conducentes a la violencia, el conflicto no ha estallado nunca en este país (solo cabe recordar la situación de algunos de los países colindantes o cercanos como Costa Marfil, Togo, Sierra Leona, o Liberia).

No obstante, los procesos electorales suelen aumentar las tensiones y el de 2016 no fue una excepción. En estas elecciones se presentaron siete candidatos a la presidencia -solo uno de ellos era mujer-, pero la competencia real estuvo tan solo entre dos personas: el presidente y líder del National Democratic Congress (NDC), John Dramani Mahama, y el líder del National Patriotic Party (NPP),, Nana Akufo-Addo. Tal y como declaró la presidenta de la comisión electoral, estas eran unas elecciones en las cuales uno de los líderes creía que debía ganar mientras el otro creía que no podía perder.

Desde el restablecimiento de la democracia, todos los presidentes han sido reelegidos para un segundo mandato. Mahama intentó convencer al electorado de que, para poder materializar su visión, no eran suficientes cuatro años. Akufo-Addo, por otra parte, se presentaba como candidato a la presidencia por tercera vez. En 2012 perdió las elecciones por tan solo unos votos y después de llevar los resultados al Tribunal Supremo, fue la alta corte la que decidió no invalidar las elecciones. Este año y dada la avanzada edad de Akufo-Addo, era su última oportunidad de lograr la presidencia y parecía que el NPP no estaba dispuesto a aceptar una derrota tranquilamente.

Estos factores, en combinación con la proliferación de grupos de vigilantes y la desconfianza en la comisión electoral y su nueva presidenta, llevaron a una situación tensa durante meses en el país. Las votaciones transcurrieron sin mayores altercados pero las horas y días que las siguieron generaron muchos nervios. El mismo día de las elecciones el NPP se proclamó como ganador según su propio sistema de recuento paralelo de votos, pero la comisión electoral, el único órgano capaz de proclamar oficialmente los resultados, no declaró su victoria hasta al cabo de casi tres días. Finalmente, el hasta entonces presidente admitió la derrota dando así paso a una nueva etapa con Nana Akufo-Addo como presidente del país.

 

¿El inicio de una nueva era con Nana Akufo-Addo?

Los principales retos a los que deberá enfrentarse el nuevo gobierno están relacionados con la economía del país -y principalmente, el desempleo juvenil y la desigualdad territorial-, con el manejo de las expectativas generadas por Akufo-Addo, y con la lucha contra la corrupción a pequeña y gran escala.

En los últimos años, la economía ghanesa ha crecido menos de lo que se esperaba. La economía del país está basada principalmente en la exportación de materias primas y petróleo crudo -recurso que se descubrió en 2007-. La crisis en el mercado de materias primas ha afectado seriamente al país, que sufre de altos niveles de desempleo. Debido a que el 88% de la fuerza laboral de Ghana está empleada en la economía informal, no hay datos exactos sobre el nivel de paro, pero no se discute que este es alto y afecta especialmente a la población juvenil que, a diferencia de otras generaciones, está altamente formada. A esta situación se le suma la alta desigualdad territorial en el país entre norte y sur. El coeficiente de Gini en Ghana –índice que mide la desigualdad mediante una cifra entre 0, perfecta igualdad, y 1, perfecta desigualdad sigue creciendo y se encuentra ahora en un 0.427, por encima del umbral de riesgo de 0.4 marcado por el Banco Mundial.

Nana Akufo-Addo prometió hacer frente a esta situación de la que se culpa en gran parte a las políticas aplicadas por el NDC. Entre las promesas electorales se encuentra la promesa de una fábrica por distrito –“one district, one factory”– o, en el norte, una villa una presa –“one village, one dam”–. Esta promesa es ambiciosa de por sí y puede ser aún más complicado cumplirla si se tiene en cuenta otra de las grandes promesas del partido: reducir los impuestos con el fin de estimular la economía. Esta medida puede producir un aumento de la inversión privada pero también conlleva el peligro de que este crecimiento no sea suficiente como para compensar la reducción en ingresos públicos. Teniendo en cuenta el tamaño de la deuda pública, esta política puede agravar la situación económica y financiera en el país –a ello se suman los dictados de las conservadoras instituciones financieras internacionales, dado que Ghana recibió un rescate del Fondo Monetario Internacional–.

Otra de las grandes promesas electorales de Akkufo-Addo fue luchar en contra de la corrupción. Dado sus antecedentes profesionales como abogado en Ghana y en el exterior, abogado general del estado y ministro de justicia, muchos tienen fe en que él es la persona adecuada. No es extraño ser parado por un policía y que este o esta demande dinero a cambio de permitir el paso. Las acusaciones de grandes casos de corrupción también abundaron durante el ciclo electoral y están siempre presentes en los medios de comunicación. Aunque de acuerdo con Transparency International Ghana sigue siendo uno de los países menos corruptos en África, la posición del país en los índices de corrupción ha ido bajando en los últimos años y la percepción en las calles es que la corrupción es abundante. Ahora Akufo-Addo ha prometido crear una Oficina del Fiscal Especial –que seguirá siendo independiente del gobierno– para luchar contra la corrupción, incluyendo la perpetrada por los cargos políticos.

Un futuro incierto

La trayectoria de Nana Akufo-Addo y de su partido se verá ampliamente influida por el rendimiento económico del país; un rendimiento que depende en parte de las políticas públicas aplicadas por el gobierno pero también del contexto macroeconómico general. La receta del NPP es crear un clima propicio para los negocios para atraer inversión exterior que impulse el desarrollo de la economía. Está por ver si el gobierno estará a la altura de las expectativas. Por suerte, los ghaneses y ghanesas lo tienen claro, si Akufo-Addo no cumple, le pueden reemplazar en cuatro años a través de las urnas.

 

Foto: Nana Akufo-Addo

 

Míriam Juan-Torres, investigadora asociada a Yale y a la Universidad de Ghana y consultora de Naciones Unidas

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