¿otro proyecto de integración económica más?

African Continental Free Trade Area · AfCFTA

Tras años de negociaciones, el pasado 30 de mayo entró en vigor para 24 de sus signatarios la primera fase del African Continental Free Trade Area (AfCFTA), la mayor área de integración económica del mundo en número de países. En un entorno internacional cada vez menos proclive a la integración económica —basta con ver el Brexit y la guerra comercial entre EEUU y China—, la práctica totalidad de los países africanos se han embarcado en un proyecto que busca profundizar los vínculos económicos entre ellos, con el fin último de promover el desarrollo.

Auspiciadas por la Unión Africana (UA), los inicios de las negociaciones para la puesta en marcha de este proyecto de alcance continental se sitúan en enero de 2012. La culminación de la fase de negociaciones fue la firma en marzo de 2018 en Kigali en el marco de una cumbre de la Unión Africana del protocolo de adhesión a la AfCFTA por parte de 44 países. En la actualidad son 52 los países adherentes al AfCFTA. Únicamente han quedado fuera Benín, Eritrea y Nigeria. La ausencia de Nigeria es la más llamativa en la medida en que se trata de la mayor economía de África y del país más poblado. Las presiones de poderosos intereses económicos locales, temerosos de perder su posición preeminente en la economía del gigante nigerian,o explican esta ausencia, que aparentemente es temporal.

En el África postcolonial hay una voluntad integracionista fuera de duda.
Sin embargo, más allá de los discursos y de los gestos simbólicos,
la realidad es que el grado de integración económica es muy limitado.

Desde que en 1963 el primer presidente de Ghana Kwame Nkrumah pronunciara en el marco de la reunión constituyente de la OUA la icónica frase “we must unite now o perish”, las iniciativas de integración regional en África no han dejado de sucederse. El ideal panafricanista se expresaba también a través de los proyectos de integración. Agrupaciones de países como ECOWAS, SADC o COMESA han alcanzado cierta relevancia, tanto económica como política. En el África postcolonial hay una voluntad integracionista fuera de duda. Sin embargo, más allá de los discursos y de los gestos simbólicos, la realidad es que el grado de integración económica es muy limitado. Es decir, la mayor parte del comercio exterior de los países africanos no se da entre ellos. La escasa diversificación productiva, la especialización en la producción de materias primas y la escasez de infraestructuras orientadas a promover dicha integración se hallan entre las principales causas de esta limitación.

Como ilustración de esta escasa integración, observemos que apenas el 15% de las exportaciones africanas van a parar a otros países africanos, mientras que en Europa el comercio entre países de la misma región alcanza el 68%, en América del Norte el 37% y en América Latina el 20% (Afreximbank, AfricanTradeReport 2018).

Como decíamos, el objetivo de la integración continental no es nuevo en el seno de la UA. Tanto en el Plan de Lagos (1980), como en el Tratado de Abuja (1991) ya se hacía mención a la integración económica a nivel panafricano, e incluso en este último se calendarizó para 2028 la unión económica y monetaria de todo el continente. Lo que hace diferente la AfCFTA en relación a iniciativas anteriores es que coincide en el tiempo con un resurgimiento de las ideas heterodoxas de industrialización y transformación económica que impulsaron cierto cambio estructural en el continente antes de la etapa del ajuste estructural (80s y 90s). Así, el objetivo de la integración económica queda supeditado al objetivo más amplio de industrialización y transformación económica del continente. El AfCFTA busca ser más un instrumento de cambio que un mero proceso de liberalización comercial.

Otra de las circunstancias que explica el surgimiento de la AfCFTA es la necesidad de racionalización de la multitud de iniciativas de integración regional existentes en el continente, en lo que se ha venido a denominar el spaghetti bowl africano. En este sentido, cabe destacar que la estrategia de construcción de la AfCFTA consiste en apoyarse en 7 de las agrupaciones regionales ya existentes (ver Figura 1), para acabar trascendiéndolas en un espacio de integración único.

 

Figura 1: Building blocs de la AfCFTA · Fuente: elaboración propia

 

En resumen, varias circunstancias explican la puesta en marcha de la AfCFTA este pasado mes de mayo: la necesidad de racionalizar la actual acumulación y superposición de numerosos acuerdos regionales en África; las escasas cifras del comercio intraafricano; y la voluntad de instrumentar políticas orientadas a la transformación económica del continente ante el acuciante reto del empleo.

Habrá que estar atentos a si la AfCFTA será realmente un instrumento
de movilización de recursos y de desarrollo de las capacidades productivas,
o bien acabará prevaleciendo la visión más liberal

El potencial transformador de la AfCFTA no se limita al que se deriva de la expansión de los intercambios comerciales, sino que detrás hay toda una visión de cambio estructural a largo plazo que forma parte de la Agenda 2063 de la Unión Africana. Así, habrá que estar atentos a si la AfCFTA será realmente un instrumento de movilización de recursos y de desarrollo de las capacidades productivas a largo plazo de África —especialmente de creación de empleo—, o bien acabará prevaleciendo la visión más liberal de fomento del mero intercambio en base a la ventaja comparativa.
El optimismo con que se presenta la AfCFTA debe matizarse en la medida en que su éxito no va a depender únicamente de los mecanismos concretos que se pongan en marcha en el marco del acuerdo. La consolidación de una verdadera política industrial en los espacios nacionales o subregionales, así como el mantenimiento de un flujo constante de inversiones públicas y privadas en los sectores productivos y en las infraestructuras, pueden condicionar tanto o más que la rebaja arancelaria o un marco normativo para las inversiones.
Por último, debe tenerse en cuenta que, como en todo proceso de integración, hay ganadores y perdedores. Los diferentes niveles de desarrollo económico existentes entre países africanos aconsejan el establecimiento de mecanismos de compensación al estilo de los existentes en la Unión Europea. Así, si estos mecanismos no son claros, y los ajustes de la estructura productiva en algunos países resultan dolorosos, la AfCFTA perderá el sentido original de instrumento al servicio de la transformación económica y la creación de capacidades productivas a largo plazo en África.

 

Autor: Artur Colom Jaén. Departamento de Economía Aplicada, Universidad de Valencia.

Este artículo se basa en el capítulo dedicado a la AfCFTA del Informe Africa 2019 publicado por la Fundación Alternativas.

 

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