¿Compensará Alemania a las víctimas del "1er genocidio del S.XX?

El genocidio herero y nama, la larga espera por la reparación

Un 11 de enero, pero de 1904, las tropas alemanas destacadas en el territorio de África del Suroeste, la actual Namibia, comenzaban la cruenta ofensiva contra el pueblo herero -y un tiempo más tarde, también contra el pueblo nama-, que será conocida tristemente como «el primer genocidio del S.XX».

Hasta no hace mucho, quizás debido a la preeminencia francesa y anglosajona en el desarrollo colonial, tras la pérdida del poderío alemán debida a su derrota en la I Guerra Mundial, el violento pasado colonial alemán se había mantenido medianamente en la sombra, y sus vínculos con el posterior holocausto en la II Guerra Mundial, aunque si estudiados, poco difundidos.

Poco a poco, esta amnesia colonial, como lo ha llamado el académico Reinhart Koessler, parece estar por fin dejando paso a la visibilización de esa oscura herencia y sus consecuencias actuales.

Desde hace una serie de años, especialmente desde la independencia de Namibia en 1990, se han sucedido las reivindicaciones por un reconocimiento y disculpa formal por parte del gobierno alemán de la brutal campaña militar que entre 1904 y 1908 acabó con alrededor del 80% del pueblo herero, y al menos el 50% de la población nama. Los últimos desarrollos diplomáticos entre ambas naciones, debido entre otros factores a una intensa presión por parte de activistas, y una actitud más abierta del ejecutivo alemán, parecen anunciar un avance significativo en las negociaciones y preludiar una disculpa formal por parte del gobierno alemán, y quizás, aunque menos probable, una reparación económica.

 

El primer genocidio del S.XX

La etapa del nuevo imperialismo -o el colonialismo europeo- hizo que desde la famosa Conferencia de Berlín en 1884 y el consecuente reparto de África, hasta su derrota tras la I Guerra Mundial, Alemania gobernara sobre los territorios del Camerún Alemán -parte de los actuales República Centroafricana, Chad, Gabón, Nigeria, Congo y Camerún-, Togoland -protectorado que comprendía zonas de los actuales Togo y Ghana-, África Oriental alemana -Tanzania y partes de Ruanda y Burundi- y África del Suroeste -actual Namibia-, implementando una política colonial agresiva requerida por el entonces emperador, el kaiser Guillermo II.
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El desembarco colonial había confiscado tierras y ganado a las poblaciones herero en beneficio de los numerosos colonos alemanes, por lo que en 1904 y tras el descalabro socioeconómico que ello había implicado para el pueblo herero, estos se rebelaron. La reacción alemana fue brutal. De 1904 a 1908, entre la ofensiva militar y el posterior internamiento de los supervivientes en campos de concentración, el maltrato sistemático, las violaciones, apaleamientos, o las ejecuciones, eran comunes. Tras la masacre resultante de la batalla de Waterberg en agosto de 1904, a los supervivientes se les «empujó» hacia el desierto de Omaheke, el Kalahari, con el fin de aislarlos y dejarlos morir de hambre y sed. La intencionalidad de exterminio, aunque ha sido debatida y algunos la han intentado poner en cuestión, no se encuentra en entredicho gracias a las propias palabras en sus diarios y cartas del General Von Trotha, quien lideraba la ofensiva:

«Creo que la nación como tal debe ser aniquilada o, si esto no es posible tácticamente, los hereros deben ser expulsados del país por medios operativos. (…) El movimiento constante de nuestras tropas nos permitirá localizar a los grupos reducidos de indígenas que se hayan trasladado hacia el oeste, para poderlos destruir gradualmente«.

 

BlueBookCuando la orden de exterminio fue anulada en 1905, llegaron los campos de concentración para los y las supervivientes, la mayoría mujeres y niños, obligados a trabajar para proyectos militares y civiles, en unas condiciones inhumanas, hasta su abolición en 1908.
Además de abundantes escritos de misioneros y otros, los detalles del trato sufrido por los herero fueron recopilados en el Libro azul, un informe publicado en 1918 que recoge documentación alemana detallada y declaraciones de víctimas, y que representa un compendio indispensable sobre el poder colonial alemán en el país, y sus tácticas y prácticas. Divulgado intencionadamente por los británicos en el contexto de la I Guerra Mundial para dañar la imagen de Alemania, fue ordenada su destrucción en 1926 en el ambiente más «benigno» de la posguerra, relegando la memoria de las víctimas herero.

Otras prácticas execrables incluyeron el robo y experimentación con los restos de las víctimas, enviándolas a la capital alemana para investigar sobre la supuesta inferioridad racial de los colonizados – prácticas muy en línea con el racismo científico de la época que también se desarrollará en lugares como Ruanda, para supuestamente demostrar las diferencias raciales de las etnias y la superioridad de unas u otras-. Aunque en 2011 se devolvieron algunos restos humanos a Namibia, la mayor parte no lo han sido, lo que sigue representando un escollo para la reparación.

Tras este periodo, las poblaciones herero y nama fueron igualmente objeto de un férreo control poblacional por parte de las autoridades coloniales, y tenían prohibido poseer tierras o ganado -siendo una sociedad pastoralista- con la desestructuración socioeconómica que ello implica. De hecho, la limitación del acceso a tierras es una de las líneas de continuidad más relevantes como factor de movilización y reclamación -también en las etapas posteriores como territorio ocupado de facto por la Sudáfrica del Apartheid, mientras cumplía con el mandato de las NNUU de administrarla temporalmente- así como en la actualidad.

«El nazismo cambió para siempre la importancia y el significado del genocidio en Namibia«, escribe Jan-Bart Gewald. Efectivamente, diversos estudios han trazado los vínculos entre las prácticas criminales experimentadas por los alemanes en África y aquellas que el nazismo aplicó durante el Tercer Reich, estableciendo una relación de causalidad entre el colonialismo en África y el auge posterior del nacional-socialismo. Estos supuestos vínculos, que aún suscitan su estudio y debate, han sido reforzados no obstante por los activistas herero para explicar su caso y legitimar sus reclamaciones.

A lo largo de los últimos 60 años, el recuerdo del genocidio herero ha sido una pieza relevante políticamente para los distintos gobiernos y actores presentes en Namibia, recordado u olvidado intermitentemente, utilizado políticamente por diferentes agentes -administración colonial sudafricana, partidos nacionalistas SWANU y SWAPO, diferentes grupos de presión en el exterior como los exiliados anticoloniales, u otros grupos oprimidos o explotados no directamente relacionados con el drama herero, etc.- según quisieran apoyar unas u otras estrategias políticas.

 

Sobre disculpas y reparaciones

Como decíamos, es sobre todo a partir de la construcción de la independencia de Namibia en 1990 que los herero comienzan a buscar la disculpa formal del gobierno alemán, intentando significarse para no quedar diluidos en las reclamaciones del estado namibio, controlado por el partido SWAPO, sin conexión con el pueblo herero pero que en las décadas anteriores ya había hecho uso del discurso del genocidio.

A pesar de las pasadas reticencias a asumir públicamente como genocidio las prácticas contra los herero y nama entre 1904 y 1908, un giro diplomático de los últimos años propició que en julio de 2015 el Ministro de Asuntos Exteriores socialdemócrata alemán, Steinmeier, publicara una guía política en la que se especifica que la masacre debe ser llamada «crimen de guerra y genocidio». Sin embargo, como ya había ocurrido anteriormente, se ha vuelto a dejar fuera de las negociaciones a los descendientes de las víctimas herero y nama.

El representante alemán insiste en que se dará una aceptación y disculpa formal y pública, esperada para antes de este verano, pero ha rechazado las reparaciones económicas individuales a las familias de las víctimas -a diferencia de aquellas del holocausto-, en favor de ayuda oficial al desarrollo al gobierno namibio, del cual los y las herero no esperan beneficiarse directamente ni que sirva como reparación directa por sus pérdidas.

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¿Son posibles las reparaciones económicas? Las propuestas representan un gran reto, y en este sentido, el acceso a tierras continua siendo un tema clave. Las comunidades herero y nama que trabajan en pro de la reparación explican que la compensación económica podría emplearse para comprar las tierras antiguamente usurpadas a estas poblaciones y aún en manos, en muchos casos, de los descendientes de aquellos colonos alemanes. En la raíz de esta reclamación se encuentra la búsqueda efectiva de justicia y reparación, el restablecimiento de la dignidad a través de una vía económica que revierta efectivamente la posición social a la que condenó aquel genocidio a estos pueblos, que permita a los descendientes de aquellas víctimas, -aún hoy en día una población empobrecida que ocupa escuálidos terrenos-, revertir esa situación de pobreza arrastrada desde aquellos acontecimientos.

 

Foto de portada: Ullstein Bilderdienst, Berlín.

Ilustración y portada del Libro azul: Wikipedia commons

Foto mujer herero: Gusjer 

 

(Gallega nacida en Madrid, 1982) estudié Publicidad y Relaciones Públicas, aunque dejé El Lado Oscuro enseguida por la fotografía y el tercer sector, especializándome en Estudios Africanos y Relaciones Internacionales. Quizás por aquello del lado oscuro, trato de centrarme en una tesis sobre la presencia de las empresas transnacionales en el continente africano. Mientras, mi vida es una miscelánea que llevo como puedo, conjugando la producción agroecológica, la danza y aprendizajes varios. Susan Sontag dijo "fotografiar es encuadrar, y encuadrar es excluir". Es extensible a cualquier expresión, y aquí compartiré algunos encuadres, en constante composición.

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